No lo recuerdo todo muy bien desde el principio, pero si recuerdo mucho amor. 

Recuerdo como en las mañanas me despertabas cantando para que no fuera pesado arreglarme e ir a la escuela. Siempre me ponías primero, me platicabas de cómo te enteraste que yo venía en camino a tu vida; del día que sentiste ese horrible malestar en el abdomen y acabaste en el doctor para que te hicieran un ultrasonido y entender qué era lo que pasaba cuando de repente ahí estaba yo “un pequeño frijolito que palpitaba”, me explicaste de cómo el malestar se convirtió en una ola de felicidad y amor, junto con instinto indescriptible de protección, me esperaste por años y de la nada aparecí.

El amor de madre, más grande que cualquier cosa en este mundo.

Conforme crecía a una adolescente irremediable y las cosas se complicaban, nunca te alejaste de mi, siempre estuviste a mi lado por más que yo intentaba alejarme para sentirme como un adulto independiente, tú siempre me cuidabas a la distancia suficiente para que aprendiera a caerme pero darme la mano si la necesitaba.

El amor de madre, lo más honesto que encontrarás.

Como en todas las relaciones tuvimos nuestras peleas, los días en los que éramos demasiado iguales que no nos aguantabamos, cada quien con la misma necedad pero distintas ideas sobre la vida, una brecha generacional en donde no encontrábamos cómo escucharnos sin querer tener la razón.

El amor de madre, complicado pero indestructible.

Las peleas se volvieron en una necesidad de probar mi independencia como persona y me alejé más, solo para darme cuenta y entender que te necesitaba, entender que por más que crezca y sea un adulto independiente no siempre voy a poder hacerlo sola, tú me hiciste ver que tampoco tenía que hacerlo así porque tú estarías para mi hasta el día que dejarás esta tierra.

El amor de madre, incondicional hasta el final.

Hoy, ya que he crecido a un adulto y cada quien vive su vida entiendo todo, entiendo como cada pelea se traducía en un “me preocupas y quiero lo mejor para ti”, en todo lo que algún día dejaste y sacrificaste para que yo lo tuviera todo. Ahora veo los hermosos resultados de todo el trabajo que pusiste en mí, en mi educación para que yo fuera de alguna manera la mejor versión de ti. Aún recuerdo las horas que pasabas sentada a mi lado ayudándome a estudiar hasta que entendiera.

Soy ese frijolito que un día plantaste en la tierra y hoy florece al Sol. ¿Quién más que tú para este complicado trabajo? Nadie, por eso y más te amo.

Contigo aprendí.

Contigo crecí.

Contigo reí.

Contigo lloré.

El amor de madre, más grande que cualquier cosa en este mundo. Gracias Mamá!

Este mes Real de Los Cues te invita a que este 10 de Mayo voltees a ver con amor y apreciación a aquella persona que lo dá todo por ti, a esas madres que merecen todo el apapacho del mundo por guiarnos en este camino de la vida. 

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